Regresión en el pensamiento

Hay una pequeña regresión en el pensamiento














 Aunque uno de sus últimos libros publicados en la Argentina es un apasionante ensayo sobre la vejez, Marc Augé (81) es famoso en el universo cultural por haber acuñado el término y el concepto de “no lugar”. El etnólogo que supo descubrir el peso que, en la vida moderna, tenían ciertos espacios no marcados por la tradición cultural –aeropuertos, hoteles, shoppings– siguió trabajando muy cerca de ese universo temático, al pensar en las actuales migraciones, en el turismo y en el futuro de un mundo sin fronteras.
Marc Augé: Lo que yo llamo la “planetarización”, porque cambia todas las perspectivas, incluso en fenómenos como el terrorismo. Por otro lado, tengo la impresión de que, al contrario de lo que pensaba Fukuyama, no estamos en el fin de la historia sino en el fin de la “prehistoria” de la humanidad, entendiendo la historia de la humanidad como “planetaria”. Si nos definimos como “terrestres” (habitantes de la Tierra) estamos en el fin de la prehistoria.
 Hay interpretaciones muy diferentes de la planetarización. El terrorismo islámico es una. Pensar todo el planeta como lugar de conversión. Es un intento completamente loco. Pero al mismo tiempo, en la escala histórica, tiene algún sentido como momento negativo. Creo que, objetivamente, es un momento dialéctico de una planetarización que se viene.
El problema es que vemos, a menudo, los medios de comunicación como fines. Y eso no puede ser. Son medios muy potentes. Podrían ser utilizados para el progreso del conocimiento. Esa es una lucha del futuro: utilizar los medios de comunicación como medios de conocimiento. El mejor camino es elaborar programas escolares que utilicen estos medios para el conocimiento.
Aquellos que piensan que teniendo acceso a internet pueden tener acceso a todo el conocimiento, aunque no hayan experimentado un aprendizaje real, no les sirve para nada. Al contrario, les da ilusiones de tener conocimientos y los aleja del aprendizaje.
Las contradicciones existen porque hay desigualdades sociales. Hay un hecho demográfico importante. La población de China hoy en día es equivalente a la población del mundo a principios del siglo XX. Hay problemas ambientales, de alimentación y condiciones de vida en relación con el exceso de población. No tengo respuesta o tal vez una respuesta utópica y es la educación para todos, que pueda deshacer las desigualdades. Si pensamos en la suerte diversa del hijo de un egresado de Harvard y la hija de un campesino de Afganistán, tenemos la respuesta. Aunque genéticamente estén aptos para vivir muchos años, su contexto cambia sus posibilidades de vida. No tienen el mismo futuro. La igualdad es que tengan el mismo acceso al conocimiento.
 Se podría decir que hay un progreso general. El conocimiento hoy es muy distinto del de 30 años atrás. Y uno puede imaginar lo que será dentro de 30 años. Pero las desigualdades son reales. Podríamos tener el sentimiento de que son menos importantes que antes. Pero, en realidad, aumentan justo cuando tendríamos la oportunidad de reducirlas.
 En Francia, más del 40 por ciento de la gente dice no creer en dios. Es un tema muy complejo. Muchas cosas no se dicen o se dicen mal. Es evidente que el islamismo tiene una ambición mundial, que nos hace recordar a las guerras religiosas que conocimos en siglos pasados. Me parece que hay una pequeña regresión en el pensamiento. Cada uno invoca el respeto para lo que cada uno cree. Pero, ¿qué son las creencias? Los que creen se oponen a los que no creen. Hay una retórica de la creencia religiosa que es un poco cansadora. Los monoteísmos tienen una vocación proselitista que les es inherente. Las violencias se dan en el interior mismo de las religiones, históricamente, entre protestantes y católicos o entre chiítas y sunitas. Sólo están de acuerdo en querer convertir a los otros.

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